La comunicación imposible

Intentos y otros

31 marzo, 2007

Perú: jóvenes y poesía de hoy (pequeña muestra recreativa). José Agustín Haya de la Torre

José Agustín Haya de la Torre. Lima, 1981. Bachiller en Literatura peruana e hispanoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado Canto de la herrumbre (Lustra editores, 2006) y es editor de la revista Distancia Crítica.
Sombra

Sobre la noche miraba cada paso y el resonar de las hojas secas. La yerba húmeda no lo detenía. Miraba a todas partes y apuntaba con mortal certeza. No la encontraba. La sentía, la tocaba y en ella se reconocía.

Cada paso era un aproximarse. Cada paso era seguir a la misma distancia y a veces era alejarse. Pero ahí estaba. Él lo sabía.

Se movía con la misma precisión que él. Anticipaba todos sus movimientos. Era especular. Ligera y tan semejante. Las pulsaciones tenían exactamente el mismo ritmo: agitado el aliento, ambos se detenían.

Todas las noches lo percibía: era imposible cazarla. Era una lucha que él siempre perdía. No entendía cómo era posible que le perteneciera y no poder librarse de ella tan sólo por un instante.

La luna era su aliada y su estigma. Los árboles eran sus aliados, pero la ocultaban. Su cuerpo la reconocía tan íntimamente que sabía cada lugar en el que podía esconderse.

Sólo estar apartado un instante. Verla como la otra persona que puede ser. Como ese ser que nos acecha y que vive en nosotros.

Disparar era inútil. La amalgama de la realidad era su defensa.

Pero una noche colocó un espejo en el lugar más inesperado: delante de sí. A la hora acostumbrada se dio la cita. Fue impresionante: era un destello, en todo momento supe que era yo. El disparo resonó.

Nunca más volvió a tener que perseguirla, pues siempre dormirá con ella.

(Inédito)

27 marzo, 2007

La poesía está hecha para los amigos: Bruno Rivas

- Yo soy como Bruno.
Mi novia cerró los ojos y pensó, muy perturbada, qué me tenía que responder. Habíamos estado hablando si ciertamente el amor era favorable o si los tiempos habían cambiado. Nunca me había comparado con nadie; fue el error más penoso de mi vida.
- No puedo seguir con alguien que no sea si mismo. No sé que pensar…
Esta tarde concluyó en silencio. El amor fue otro, quizás ya no fue. Yo, sinceramente, no quería ser como Bruno; ahora estaba convencido.


Problemas con los trazos

Si tuviera buen pulso
podría dibujar mejor
concentrarme en los contornos
y realizar un buen perfil

No puedo retratar
a la chica que me gusta
unos grandes ojos
expresan en mi dibujo
una falsa inocencia

Ninguno de los retratos
me convence
mis trazos me dejan frustrado
quizás sea necesario
elegir una modelo.


Bruno Rivas Frías. Lima, 1981. Romántico por excelencia (no como Corin Tellado sino como Lord Byron) Bruno construye un mundo complejo y desfavorable en estos tiempos. Quizás es la persona que más ha amado en este mundo (por lo menos que yo conozca) y sigue enamorándose con devoción de monje enclaustrado. Lo conocí en el Elo´s, o quizás en La cabañita, gracias a amigos mutuos de la Universidad Católica. Un buen día en el Elo´s, o en La cabañita (que mala memoria la mía), cuando aún cultivábamos nuestra amistad, le confié un secreto: los poetas sufrimos de “hambre universal”, pero nunca tenemos dinero, le dije. Revelado aquello, discretamente me pidió que lo acompañara. Un rato después compartíamos un sánguche del Tío Bigote, mitad y mitad. Desde entonces -como no podía ser de otra manera- Bruno es mi hermano del alma: uno de los hombres más puros que existe, aunque sea la segunda persona que conozco que es hincha del Sport Boys, a pesar que de fútbol no sabe nada. En el fondo, muy en el fondo, sí quiero ser como él.

13 marzo, 2007

Perú: jóvenes y poesía de hoy (pequeña muestra recreativa). Roberto Zariquiey

Qué decimos cuando hablamos de poesía peruana: decimos muchas cosas, tantas que nos confundimos.
La peruanidad es un engendro policromático y peludo; por ello su poesía guarda consustancialmente su mismo destino: la incertidumbre. Frente a esta heterogénea identidad cultural, los jóvenes poetas de hoy huyen, abandonando toda generalidad, para guarecerse en los agentes trascendentes de su propia experiencia: familia, amigos y "el uno mismo". Así buscan una vivencia propia e irrepetible.
De esta manera defienden una "poética de la evasión", donde el desengaño, el aislamiento y el escepticismo son armas de defensa ante un exterior hostil e indiferente por naturaleza.
Pero a pesar de expresar este conflicto como sumo e insondable, mantienen una condición eterna de transición, sin acoger teorías y emblemas comunes, pues nadie quiere tomar como estandarte ningún sentimiento; incluso muchos renegarían del espíritu de evasión. En pocas palabras se sigue huyendo, evitando los lazos de proximidad y generalidad.
La evasión, no viene con reclamo ni revolución. Llega con asentimiento e indolencia, con grito contenido y, muchas otras veces, con intensa poesía.
En salud del cuerpo (informe pero vigoroso) de nuestra poesía última, realizo esta humilde muestra de las manifestaciones poéticas novísimas. Prometo incrementar la muestra con nuevas lecturas, aunque caiga en una que otra omisión (in)voluntaria.
.
Roberto Zariquiey, nació en Lima en 1979. Ha publicado los poemarios Lo torpe (2001), Un charco en la otra cuadra (2004) y Tratado de arqueología peruana (2005).

en Chavín de Huántar
en Chavín de Huántar
uno puede escuchar a la pareja de muchachitos
que hace dos mil quinientos años
esquivando los cuidados de guardias y sacerdotes
llegó hasta la piedra ceremonial
para hacerse el amor

uno puede intuir las faldas levantándose
los senos abiertos ante la noche estrellada
las estelas y los monolitos como ciegos observadores
(ambos se recuestan y sienten el frío de la roca
los pigmentos antiguos y frescos de sangre ya sacrificada
el calor de ese otro cuerpo recostado y ansioso)

uno puede presentir en Chavín de Huántar
mujeres y hombres orinando juntos
olor profundísimo a sexo
a miembro despierto de hombre

no hay muertos en Chavín de Huántar
al menos no los suficientes
para borrar el perfume resinoso del amor
que hay en sus galerías y en sus muros
los cuerpos se aprietan todavía
a pesar de la antigua vigilancia de los guardias
y hierven como líquido sometido al calor
el sudor se bebe como chicha deliciosa
y el desenfreno es la natural manifestación
del mareo ardoroso de los vientres
hay arrechura en Chavín de Huántar
pero ni todos los arqueólogos reunidos
podrían darse cuenta
(Tratado de arqueología peruana)

09 marzo, 2007

Jorge Eduardo Eielson: 8 de marzo

Ha muerto
sus tersas manos soltaron el papel
y sus dedos volvieron a la tierra
a reunirse con el rocío matutino.
Arde Roma
y en Nápoles los pianos sollozan.
E.S.H.
.
Hace un año murió el poeta de los nudos y los pájaros de papel. Hace un año perdí la esperanza de encontrarlo y decirle que yo también amaba a María porque su saliva era sagrada. Hace un año, irremediablemente, este mundo es torpe y excretable.
En honor a Jorge Eduardo (y su amor por Michael), presento un fragmento del poema que abre su último libro, que llegara a Lima poco después de su muerte:
.
Del absoluto amor
La gente
Está llena de prisa
De cosméticos
De automóviles
De vestidos
Todos dicen
Que el pan con mantequilla
Jamás ha existido
Están seguros
Que su corazón
O su ombligo
No dependen de los astros
Que el amor
Es una enfermedad milenaria
Que ya ha sido curada
Pero siguen creyendo
En una ecuación celeste
Que no existe
Gente que no quiere
A la gente
Porque se viste de flores
O ni siquiera se viste
O viaja demasiado
De un país a otro
De un colchón a otro
Y no tiene prisa
Ni comida
Ni camisa
Ni papeles
Sino piojos
Más cuando Michele
Volvía a la casa
Y abría las ventanas
Todo regresaba a su lugar
Los duraznos y las uvas
A la mesa junto al pan
Al queso fresco y al vino
La casa esa más vieja
Que la más vieja iglesia
Pero a su llegada
Todo parecía nuevo
¿Cómo olvidar su pie desnudo
Entre las hortalizas
El perejil o el tomate maduro?
¿Y la lluvia de almendras
Sobre su espalda dorada
Después del verano?
Él decía siempre
Que en cada lechuga o cebolla
Estaban su orina y su excremento
Y lo decía alegremente
Los llamaba fú-fú-fú
Y todos los animales festejaban
Repitiendo triunfalmente
¡Fú-fú-fú fú-fú-fú fú-fú-fú!
Michele amaba el vino
La muchachas y la tierra
Mas su mejor amiga era el agua
Que le daba todo
Y no le pedía nada
Amaba también la espuma
Del mediterráneo
Su arena blanca y salada
Y el centellante tesoro
Del pescado escondido
En el agua celeste
Decía también que su sangre
Antes o después
Se volvería agua
Porque de agua somos
Y en agua
Nos convertiremos
Por eso
Cuando el goce era más puro
Jugando como un niño
En su playa de siempre
Él veía ya su futuro
Y no le daba miedo
Como decía su madre
Nada lo asustaba
Nada lo ensuciaba
Así cuando llegó
La sangre derramada
El algodón manchado
Las agujas las garzas
Las mascarillas verdes
Y las mascarillas blancas
Las sábanas sucias
Y las sábans limpias
las camas ocupadas
Y las camas vacías
Cuando llegó el momento
De la fiebre
La náusea
La defecación
La orina
Que ya no abonaba nada
Michele el bueno
El amigo de todos
el compañero de juego
Estaba allí
Siempre en su lugar
En su huerta de siempre
Ayudando a los enfermos
Acariciando a los niños
DAndo de comer a los viejos
Arrastrando su alegría
De cama en cama
Y así todos los días
En la habitación repleta
De herméticas ventanas
Que Michele abría siempre
Y todos los enfermos sonreían
Como si de pronto
El dolor no existiera
Como si morir
Fuera desde entonces
Abrir una ventana
Y dejar volar
un pájaro invisible
(...)
(Del absoluto amor y otros poemas sin título)

04 marzo, 2007

La poesía está hecha para los amigos: Romy Sordómez

Con los pulmones llenos de furia, por soplar su saxofón ante la tumba de la niña que era, Romy escupió varias veces sobre el retrato familiar. Salió a la calle para encontrar al culpable de todo eso y me encontró a mí –por desgracia- sentado tranquilo en una banca del parque Owen. Compartimos un cigarrillo (lo cogió firme a pesar del tourette) y luego me pateó duro con sus zapatillas naranjas. Así desapareció.
Años después nos encontramos en la universidad; estaba mas tranquila: ya había encontrado al culpable. Ahora sólo escribía poesía.

If I should lose you
( Si yo te perdiera)

No quisiera sólo
ser arena sobre tu estrecha pierna torcida
ni escorpión
bajo la guedeja de tu vientre pulposo
ni gemelo taciturno
de tu incansable boca húmeda.

Debe haber algo más
que la posesión estratégica de los cuerpos
Algo así como
mi madre y mi padre
bailando If I should lose you
(Si yo te perdiera)
detrás de la cortina
de la bañera,
hace veintidós años.
.
Romy Sordómez Patiño. Lima, Perú. 1982. En el año 1999 corría una voz por el Patio de Letras de la Universidad de San Marcos, diciendo que una excepcional niña de 17 años escribía unos versos feroces protegidos por un espíritu proveniente del Montparnasse parisiense. Odié mucho ese esclarecimiento (odiando más a la poeta que procuraba tales elogios). Por ello nunca busqué hablar con la autora, aunque las amistades mutuas nos juntaban siempre en alguna cafetería. Un año después, gracias a la petulancia poética que afloró en mí, unos amigos nos agrupamos en un movimiento poético, invitándola a participar a ella. Eso fue suficiente. Semanas después fui su novio, luego su ex novio y por último su hermano del alma. Entre tanto ella seguía escribiendo y aunque decía que nunca quería publicar, obligada tuvo que entregar unos poemas para que salieran en la revista Sociedad Elefante, que dirigíamos juntos. Luego publicó los libros Vuelta alrededor del parque (Sociedad Elefante, 2002), Vacas negras en la noche (Sarita Cartonera, 2004) y Présago (Santo Oficio, 2005), especulo yo sin presión ajena. Actualmente vive en España, porque a un español de mucho genio se le ocurrió casarse con ella. Ahora, sigue escribiendo poesía, pero también cocina todos los domingos para su familia.

02 marzo, 2007

LIMA o la desocupación de la arcadia

.
Desierto,

hemos crecido en medio de un desierto.
Y así, poco a poco,
muere el valle de Lima
tan inverosímil y austero
como para acostumbrarnos a la sed
y no al agua.

Nuestra madre es una estepa,
nuestro padre
el mediodía bajo el sol,
nuestra casa una bella posibilidad
de lluvia indiscutible...

cumpliendo con nuestra voluntad de arena
nos hemos nutrido del desierto:

toda la costa de mi país es un sueño.
D.A.S.B

01 marzo, 2007

La música en su sitio: Sobre cantautores, músicos de trova y otros falsos p(r)o(f)etas


La visita al Perú del cantautor cubano Silvio Rodríguez, tótem sacro de la nueva trova, ha puesto de manifiesto una vez más la grave confusión existente alrededor de los límites de los géneros musicales-literarios. Obnubilados por su admiración a Rodríguez, no pocos lo han ungido como poeta. Otro tanto ocurre con sus análogos Pablo Milanés, Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat. Pero la pregunta de fondo es: ¿son estos cantautores realmente unos poetas?

Ya lo había advertido, en 1936, el filósofo alemán Johannes Pfeiffer: “La poesía es arte que se manifiesta por la palabra, como la música es arte que se manifiesta por los sonidos”. Tales son las primeras líneas de su difundido breviario “La poesía” (Fondo de Cultura Económica, México, 1959).
No le faltaba razón: no todo lo que se escribe (o publica) en yambos cortados es poesía. Ergo: las letras de las canciones no son poemas. Aunque esto llame a lamentos a los fanáticos de Silvio, Pablo, Sabina o Serrat. Que a estos caballeros se les llame poetas por hacerles un cumplido, pase, pero de allí a creer que sí son poetas (e incluso que publiquen libros bajo este rubro agrupando sus canciones) es un abuso.
Los que sostienen tales agravios a la poesía deberían atender la confesión del escritor español Enrique Vila-Matas, quien aguantando la respiración admitió que no siente pena por no escribir poesía.
"No tengo ningún sentimiento de desgracia por no ser poeta. Pasada la angustia inicial de no ser poeta, ahora no tengo ningún problema, porque tengo una mirada poética sobre lo que cuento. Otra cosa es que practique la poesía", dijo a Efe durante el encuentro Correntes d’Escritas, celebrado hace unas semanas en Portugal.
Pero por estos subdesarrollados reinos hay quienes no quieren entender que la poesía es un género literario proveniente de la lírica, cuya composición admite una musicalidad intrínseca y se basta con la palabra escrita. Las letras de las canciones, en cambio, están aherrojadas a la melodía y forman parte indisoluble de las mismas. Que las podamos leer en las fundas de los cedés no las convierten en poemas.
Quizá la razón de tan confusa gresca se deba a los orígenes del género. La poesía nació en forma de canción para servir como una invocación musical de carácter mágico-religioso. En Grecia antigua la poesía estuvo ligada a la música y ni una cosa ni la otra existían independientemente. Es en la Edad Media que el género empieza a perfilarse como escrito, aunque aún conservaba reminiscencias de su pasado musical. No otra cosa son las figuras de sonido, como la rima, usada quizá con fines mnemotécnicos. El desarrollo de la imprenta, a su vez, acentuó los confines de la poesía como género escrito.
Los propios poetas, con más arte que ciencia, al dar definiciones ingeniosas de su labor –inefable por lo demás— quizá hayan contribuido a desparramar confusiones y hacer creer al lego que toda frase provista de cierta “profundidad” es poesía. Dylan Thomas solía decir: “Estoy de acuerdo en que las canciones de music-hall pueden ser poesía, y de la buena –también las coplas de salón o bodega--, pero no creo que los versecillos de las galletas lo hayan sido jamás”. Esto, claro está, es pura ironía, no una frase para fundamentalistas.

AH, ESOS MÚSICOS

Pero la más audaz incursión de un género dentro del otro la ha protagonizado el español Joaquín Sabina al editar varios libros que pasan por poesía, como “Ciento volando” (2001, editorial Visor, España), aunque aquí la materia del libro la componen sonetos de desigual efecto. A este volumen le han seguido los que compilan sus trovas (por ejemplo “Con buena letra” I y II), que sus seguidores, despistados, toman también por poesía.
Por amistad y quizá genuina admiración, un poeta español hecho y derecho como Luis García Montero prologa “Ciento volando”, trasvasando, sin querer, su fama poética al cantautor, aunque se cuida de licuar las fronteras entre poesía y canción.
García Montero dice de Sabina que “Sus saberes literarios, sus lecturas de Quevedo o de César Vallejo, le facilitaron los recursos imprescindibles para escribir algunas de las mejores canciones de la segunda mitad del siglo XX, pero también le hicieron comprender las diferencias que hay entre un poema y una canción”. Aunque inmediatamente incurre en la permisividad, al señalar que: “Sabina es cantante y poeta. Por ajustar más: no un cantante metido a poeta, sino un poeta metido a cantante”. García Montero alude aquí al pasado “poético” del cantautor, de trascendencia insignificante por lo demás: el volumen “Memoria del exilio” (Londres, 1976), que Sabina usó más tarde para su primer álbum.
Pero, dándole la contra a sus prosélitos, en la biografía sobre Sabina que ha realizado Javier Menéndez Flores, el mismo compositor establece las diferencias entra letra de canción y poema: “No me engaño sobre estos textos: fueron escritos para ser cantados. Me temo que leídos resulten desabridos como puchero de pobre; echan de menos la voz y la guitarra. El exilio y la impotencia son culpables de que se editen en forma de libro...”. Más claras ni las mañanas.

NUEVA TROVA, VIEJO TRUCO

La siempre arbitraria y consultadísima enciclopedia on line Wikipedia, cuya autoría y responsabilidad intelectual es anónima, opina con dudosa sapiencia que Silvio Rodríguez es “Músico, poeta y cantautor cubano”. ¿Poeta dijo? Sí, y lo repite aporreando todos los tratados serios sobre el carácter de la poesía: “Silvio es un poeta en todo el sentido de la palabra. Su poesía es lúcida, inteligente, capaz de llevar a la movilización y a la conciencia social”, Ah, ya.
Que el vulgo crea semejantes necedades es una cosa, pero que entendidos en la materia como Mario Benedetti opinen que Silvio Rodríguez es el "poeta que canta" (tal como figura en una publicación de Radio La Habana), sólo podemos tomarlo como un elogio, no como un axioma. Otro tanto ha ocurrido con Pablo Milanés, el otro cubano cultor de la Nueva Trova, que también ha sido traído y mal llevado como “poeta”.
Pero, felizmente, hay cubanos sapientes que han puesto la música en su sitio. En el “Diccionario de la música cubana” (Letras cubanas, Cuba, 1981), el musicólogo y estudioso Helio Orovio clasifica a Silvio y Pablo como compositores y no como poetas. En la misma ruta, otro estudioso cubano, Leonardo Acosta, señala enfático que la Nueva Trova no desciende del trovador provenzal (antecesor de la lírica) ni del griot africano, el antiguo trovador de ese continente, sino de la trova tradicional cubana, un movimiento musical mas no poético. Y Acosta fija un claro antecesor del movimiento musical cubano: el compositor, cantante y guitarrista Sindo Garay (1867-1968); sí señores, un músico, no un poeta. Lo dice en su libro “Del tambor al sintetizador” (Letras cubanas, Cuba, 1983).
Parece que muchos seguidores de la Nueva Trova no se resignan a que sus cultores sean sólo unos extraordinarios compositores y músicos; quieren para ellos la medalla de poeta. Mala suerte, no les corresponde.
Otro más a quien persigue el espejismo de una dudosa condición de poeta es el español Joan Manuel Serrat. Con él ocurre que obtuvo una celebridad ecuménica gracias a dos discos “literarios”; en 1968 con “Dedicado a Antonio Machado” y en 1972 con “Miguel Hernández” dedicado al poeta español. Pero confesemos, en honor al talento, que hay letras que nos dejan perplejos. Es el caso de “Mediterráneo”, una composición de Serrat para el disco del mismo nombre, cuyas alturas están casi a la par de la poesía.
Para finalizar, un consejo. No hay que hacerle caso del todo a los poetas, pues si nos apegamos a la universal rima de Gustavo Adolfo Bécquer: “¿Qué es poesía?, dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Que es poesía?, Y tú me lo preguntas? / Poesía... eres tú”, poesía somos todos, pero no es así. Una pena.

ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI
(Publicado en el suplemento El Dominical, del diario El Comercio, el 25 de febrero último)