La comunicación imposible

Intentos y otros

27 febrero, 2008

Sosiego

I

El año ha iniciado con una intensidad inusual, demoledora bajo mi ira. El martillo de fuego de mi odio ha caído sobre las sienes de varios inocentes, quienes pecaron al desnudar muchas de mis inseguridades.
Está a punto de morir febrero y me encuentro en mi casa de Chorrillos tratando de oír el mar que desordena la arena y la playa. El calor del verano va menguando torpemente durante la noche y dispongo de un momento para reflexionar antes del sueño:
¿En algo enfriará
mi ánimo
el estío moribundo?

Decido escribir una carta que me rectifique. Tengo demasiados destinatarios; aún tengo miedo.

II
El maestro de escuela enfrenta una difícil tarea: orientar la turbulencia de los niños para que no se convierta en tempestad. Observo a los muchachos que aleccionaré durante este año y reconozco en el rostro de una jovencita el ardor del desafío. Me perturbo y dudo antes de confrontarla.
A sabiendas que mi personalidad está construida sobre el fango del rencor y la frustración –patologías adquiridas durante la infancia- tengo pánico de exhibir mi ira porque me sé capaz de destruir el planeta. Por ello no caigo en la provocación y me digo a mí mismo: “sintoniza con ella, desármala con cariño y confianza; que sus inseguridades no sean las tuyas”. Entonces me sereno.
El profesor no debe usar su oficio como una terapia, pero le ayuda a entender las complejidades de los seres humanos, para querer al prójimo a pesar de todo, para quererse así mismo.
En el aula de clase ensayo estos breves versos:
La serenidad,
la mejor lección
del maestro.

Nunca antes había sentido la educación tan mía. Qué bueno que siga aprendiendo.

D.A.S.B.

Trazo

Mi pena cae dormida
Sobre tus senos de papel
Dibujado
Aquella pena desenfrenada
Sobre estas sábanas ruidosas
Que no podrás abandonar
A menos con mi piel
A menos con mi sonrisa
Fracturada
Sobre el lienzo que restablece
Todo
En esta noche abatida
Que ya tarde tarde
Se empieza a desdibujar
Sobre tu pecho.

D.A.S.B.