La comunicación imposible

Intentos y otros

17 octubre, 2009

Nacimiento de Nicolás


Recíbelo en la tierra Señor del Universo
(manto magnético que sostienes en precario equilibrio
a los planetas)
con un sol templado mas no por ello incierto
con ventiscas leves poca arena
peces que vuelen y un firmamento tan azul
como tu impronunciable nombre.
Dale los pastos más altos
el océano que sea capaz de caber entre sus manos
una arboleda donde pueda descansar su cabeza
dos brazos fuertes un tórax amplio agilidad en las piernas
dale todo lo que pueda tener y lo que deba
pero antes que eso
limpieza para que se labre el corazón y la mente.
No te pido que le quites los escollos por entero
ni todas las esquinas oscuras ni esos abismos
que se abren más allá de los acantilados
porque no sé si tú
que sostienes los océanos pegados como una piel líquida al planeta
tal vez podrías hacerlo.
Pero sí dale los avisos suficientes
para que pueda sortear los más arduos obstáculos
un poco de sabiduría algo de templanza
un catalejo de bronce una brújula de acero y plata.
Dale todo esto y si no lo tienes
tómalo de mí
que yo sabré entender por qué me abaten las innombrables sombras
cuando casi he llegado a los 50 años
mi dios.

Enrique Sánchez Hernani.
20-22 de diciembre de 2000

12 octubre, 2009

Sobre la orilla


El viaje hasta Tsuruga fue rápido y apacible. El mar, piadoso con este hyohakusha, ha permitido que toque puerto sin contratiempo.
Abre el vigésimo noveno día del Octavo Mes y los quejidos de las ocas salvajes me dan la bienvenida. Todavía sin luz –y repentinamente perturbado– me encuentro solo y un ardiente temor a perder todo lo andado me embarga: este triste amanecer penetra en mi corazón como un dolor antiguo.
Decido caminar por la playa para mitigar en algo mi pena y me hallo otra vez desolado al rayar el sol. ¡Cuánto sufrimiento y tan poco cuerpo para aguantarlo!
Sentado sobre la arena, el mar penetra en mis pensamientos. Rendido, escribo este poema en un pliegue de mi hakama:

Se retira la ola:
en la orilla
queda mi tristeza.



Por el pequeño sendero interior.


D.A.S.B.

07 octubre, 2009

En ella

Refrenado el primer impulso doloroso
me abandono al castigo íntimo
para repetir la mueca
con la que he aprendido el amor.

No debería ser yo quien juzga el momento
(aunque me repele su sonrisa
con la que quiere apaciguar
el fuego de la pena)
¡pero soy yo quien imagina
la práctica del goce sin memoria!

Refrenado el primer impulso doloroso
me hago trizas frente al espejo.

D.A.S.B.