La comunicación imposible

Intentos y otros

27 julio, 2007

Loco amor

Ayer por la noche asistí a la FIL, aquí en Lima, para ver la presentación de la segunda edición de Loco amor (Alfaguara, 2007), que agrupa lo más selecto de la poesía peruana contemporánea dedicada al amor. Este libro es una idea original de los poetas Jorge Eslava y Eduardo Chirinos, quienes lo publicaron por primera vez hacia el año 1991, bajo el sello Editorial Colmillo Blanco.
El libro es buenísimo por motivador e inocente (alejado de los rencores creados en toda antología poética). Cuando en mi juventud tuve la oportunidad de leerlo lo disfruté y, hoy en día, sigo disfrutándolo; ahora, como profesor de escuela, lo utilizo constantemente para acercar a los jóvenes a las letras peruanas.
Por ello celebro esta segunda edición, asequible y bien trabajada, propicia para el buen amor y el loco amor.
Aquí una muestra del contenido, libre de toda espada generacional:

tengo 19 años

y me gustas cuando desordenas tu corazón.
Cuando pones entre los dos paredes tan
perfectas como cáscaras de una manzana
recién pelada. Y haces que coma de tu
boca.
(Álvaro Lasso)

1971 / Elegía de barrio

Beatriz vivía cerca de mi casa;
nuestra adolescencia era la crisis
su cuerpo ya dibujado para el amor.
Sonreía como suelen sonreír
las muchachas antes de los quince
más azules sus ojos al atardecer.
Yo amé cada día en que su voz
llegó hasta mi teléfono
para contarme sus historias
para oír de mi soledad las palabras
que hacían más bella su belleza:
la ilusión de esos años tuvo un nombre,
unos meses de obsesión y poesía.
Sin saberlo
el verano, la nada, el cielo estrecho
me alejaron
de la sonrisa con que hoy la veo
a veces, fugaz sobre una moto,
más azules sus ojos al atardecer.
No sé de sus sueños ni sabré:
fue hermoso todo aquello que fue inútil
tan inútil, en fin, como el poema.
(Roger Santibáñez)
Poema

Nuestro amor no está en nuestros respectivos
y castos genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con pálpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor esperan que la muerte
Se robe los huesos, el diente y la uña,
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos queden juntos,
mirándose ya fuera de sus órbitas,
más bien como dos astros, como uno.
(Carlos Germán Belli)

15 julio, 2007

Verano (Summer)


Sabes por qué es tan triste
porque en ese invierno
cuando tú no me querías
absorto en mi terrible soledad
pasando la noche en vela porque
lo necesitaba
llegó Kikujiro.
Así pasé la temporada.

Luego llegó mi pequeño Mitsuya Nicolás
y nada, nada
me hizo sentir triste.

Mi hermoso hijo alejó a Kikujiro.
Y ahora yo estoy con él
todos los días
toda mi vida
(contigo también, aunque no lo quieras
a lo lejos).

Desde entonces es verano.

11 julio, 2007

Bernardo Rafael Álvarez

Vals urbano

Dígame señor alcalde quién
Recicla imprudentemente
Sus sueños
En la berma central del itinerario

Hay que resucitar los escombros
De esta historia
Derramar bendiciones sobre el basural
El mucus es la exudación de los justos
El pan nuestro de cada día
Resucita de entre los muertos
Con una grosería bajo el brazo
A imagen y semejanza de nuestra sed

Yo también soy un reciclado
Prosaico
Coloquial
Culterano
Barroco
Y todo lo contrario
A la carta de presentación
Soberbio pastiche despellejado en los sufijos
Pierre Menard aterido en las alcantarillas
Mimético
Hermético
Emético
Frenético
Herético
Patético
Luético

En una esquina de esta ciudad
Trazo dioses de tiza sobre
Lienzo apócrifamente sagrado
Y nada tengo bajo el brazo
Hético
Esquelético
Salvo un escozor vehemente y obstinado
De palabras y herrumbre que estigmatiza
Mis muñecas

Una sudorosa sonata canta el carro
De la baja policía
Como gargajo heavy metal
Y una confesión naufraga
En la atarjea enmohecida por la orina y la pústulas de la Ecología/
El incinerador olvidadizo y desdichado
Sublima el estiércol de los caballos y el discurso
Del alcalde envilece a las verjas
Contaminadas de nostalgia y valses polvorientos
Soy del Perú señores soy del Perú

De: Los bajos fondos del cielo

Bernardo Rafael Álvarez. Pallasca, Ancash (Perú), 1954. Poeta y escritor que, a decir de Tulio Mora, posee "ese afán de capturar el contrasentido de lo real". Tiene publicado en poesía, Aproximaciones & Conversaciones (1974), Dispersión de cuervos (1999), Toro de trapo y algunas otras deudas (2003) y Los bajos fondos del cielo (2007); en narración, Historia de un eclipse (2001) y la semblaza Un ancashino con mente universal (2004).
Es una ventana bizarra a las circustancias irreales solo posibles bajo la lluvia rala de esta ciudad que se disuelve.

Los bajos fondos del cielo

Desde el cielo jaspeado y lleno de montañas de Abisinia, donde
Arthur Rimbaud pronunciaba la poesía que nacía en el marfil de los elefantes y en la agreste sonrisa de las esclavas que paseaban sus cuerpos desnudos por África;

desde el cielo monacal y santificado de una misa in scene de
William Blake, donde se asomaban serafines armados de pipas de opio y arcángeles sosteniendo blasfemias y versos y mandobles de acero;

desde el cielo de los cuartuchos oscuros pero radiantes donde se
encerraba el fantasma de Paul Verlaine a concluir su vida dentro del sueño que le daba el ajenjo, su novia verde y meliflua;

desde el cielo apocalíptico de Charles Baudelaire, donde el poeta
navegaba a contraviento de los muslos deslumbrantes de su amante negra, echando al mar pétalos de flores pútridas y escandalosas;

desde el cielo lleno de rock y ácido lisérgico de William Barroughs,
donde se le podía ver por una alameda de ficus dorados sosteniendo del brazo a pálidos adolescentes y también a su amigo David Bowie;

desde el cielo sísmico de San Francisco donde moraban los buses
psicodélicos envueltos en nubes de mórbido humo de marihuana, donde Allen Ginsberg escribía sus Reality Sandwichs y soñaba con la barba dislocada de Martín Adan en un lejano país llamado Perú, al borde de la Estación de Desamparados;

desde el cielo de Lima donde los poetas de Hora Zero disparaban
bengalas para hacer manar sangre y poesía a sus muchachas, donde todo amor era poco y para remediarlo estaba la literatura descalza y en jeans gastados, caminando por la noche tramontana de las calles llenas de prostitutas y mendigos;

desde el cielo con música celeste, callejones y orines;

desde el cielo con botellas de ron y tantas pintas de cerveza como
en un mar enloquecido;
desde el cielo sin ruindad y con escaparates donde duermen joyas,
albos vestidos y frituras del Jirón de la Unión;

desde el firmamento del Universo y su inefable último deseo,
ahora, aquí, entre nosotros, habita Los bajos fondos del cielo del poeta Bernardo Álvarez, libro sagrado, poesía de magna adolescencia, donde están las calles de la ciudad y sus armónicas comparsas, sus habitantes y todos los forasteros del mundo que le disputan un pequeño lugar a las madrugadas y a la arrogancia eléctrica de sus microbuses;

hoy, desde aquí, en el Bar Yacana, la noche ya nunca más se
privará de su etérea fosforescencia ni de su bálsamo de lujuria ni de su pulcro caos, pues tenemos el libro de Bernardo Álvarez que aquí se presenta.

Gloria, hosanna, alabemos al creador, al poeta en su apocalíptico
acto de iluminación.

ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI
Lima, 6 de julio de 2007