Sosiego
I
El año ha iniciado con una intensidad inusual, demoledora bajo mi ira. El martillo de fuego de mi odio ha caído sobre las sienes de varios inocentes, quienes pecaron al desnudar muchas de mis inseguridades.
Está a punto de morir febrero y me encuentro en mi casa de Chorrillos tratando de oír el mar que desordena la arena y la playa. El calor del verano va menguando torpemente durante la noche y dispongo de un momento para reflexionar antes del sueño:
¿En algo enfriará
mi ánimo
el estío moribundo?
mi ánimo
el estío moribundo?
Decido escribir una carta que me rectifique. Tengo demasiados destinatarios; aún tengo miedo.
II
El maestro de escuela enfrenta una difícil tarea: orientar la turbulencia de los niños para que no se convierta en tempestad. Observo a los muchachos que aleccionaré durante este año y reconozco en el rostro de una jovencita el ardor del desafío. Me perturbo y dudo antes de confrontarla.
A sabiendas que mi personalidad está construida sobre el fango del rencor y la frustración –patologías adquiridas durante la infancia- tengo pánico de exhibir mi ira porque me sé capaz de destruir el planeta. Por ello no caigo en la provocación y me digo a mí mismo: “sintoniza con ella, desármala con cariño y confianza; que sus inseguridades no sean las tuyas”. Entonces me sereno.
El profesor no debe usar su oficio como una terapia, pero le ayuda a entender las complejidades de los seres humanos, para querer al prójimo a pesar de todo, para quererse así mismo.
En el aula de clase ensayo estos breves versos:
A sabiendas que mi personalidad está construida sobre el fango del rencor y la frustración –patologías adquiridas durante la infancia- tengo pánico de exhibir mi ira porque me sé capaz de destruir el planeta. Por ello no caigo en la provocación y me digo a mí mismo: “sintoniza con ella, desármala con cariño y confianza; que sus inseguridades no sean las tuyas”. Entonces me sereno.
El profesor no debe usar su oficio como una terapia, pero le ayuda a entender las complejidades de los seres humanos, para querer al prójimo a pesar de todo, para quererse así mismo.
En el aula de clase ensayo estos breves versos:
La serenidad,
la mejor lección
del maestro.
la mejor lección
del maestro.
Nunca antes había sentido la educación tan mía. Qué bueno que siga aprendiendo.
D.A.S.B.
4 Comentarios:
A la/s 28/2/08 8:33 p. m., Xakuara dijo...
Frustraciones e infantes victimas inocentes. Como todos los maestros de escuela no? Aún se aprende, aún se aprende
A la/s 13/3/08 1:40 a. m., Anónimo dijo...
querido diego, dile a tu papá el poeta que no se venda por 200 cocos, pues, es roche, no puedes salir a vender tamales a la calle tú?, me parece más digno que inflar a poetastros como ese espinoza por una paga, qué mal, tú tb eres así? tal para cual.
A la/s 13/3/08 8:53 p. m., Diego Alonso Sánchez dijo...
Jajajajaja!
Me parece tan civertido este anònimo que no pienso borrarlo.
200 cocos,ummm. Fácil que la hago! Gracias por tus palabras.
Pd. A la próxima escribe tu nombre, o mandame un correo diciendome tu dirección para encontrarte y explicarte con "claridad" que puedo hacerte por 200 dólares.
Jajajaja
A la/s 15/3/08 4:39 a. m., Alex Guerrero Valverde dijo...
Diego...soy Alex del Chowfanblog....me intereso tu comentario y si quieres pasar la pelicula cuenta conmigo...es un hermoso mensaje de inclusión y amor de un niño con problemas mentales...
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