Buen viaje
Haciendo de mi vida un acumulado de testimonios -de acuerdo a mis afectos-, te escribo estas palabras, Chapi, para saludar tu valentía. Espero que tu viaje esté cargado de "buen viento" y que tus proyectos alumbren tu espíritu. Te lo mereces.
Keru yama
ari to wa kikedo
harugasumi
tachiwakarenaba
koishikarubeshi.
Toshihada Ki
Que este poema sirva de confesión, de espasmo y desahogo.
Que sirva para decirte tantas cosas
que lo evidente aplasta.
Que estas palabras -templadas de pena y confusión-
valgan como una breve despedida.
Yo, que soy tan chico,
me rindo ante la grandeza de tu corazón.
Muchas gracias por todo
Que sirva para decirte tantas cosas
que lo evidente aplasta.
Que estas palabras -templadas de pena y confusión-
valgan como una breve despedida.
Yo, que soy tan chico,
me rindo ante la grandeza de tu corazón.
Muchas gracias por todo
y más.
Se arriesga un beso para acallar la pena
No lo supe. Me permití un desbande,
lagrimas de bronce durante años y mi pequeño
sucumbiendo al delirio de su padre.
No lo supe, porque aplaqué mi alma
con un guijarro de muerte y rencor
malqueriendo a quien no decía nada
(y por no decir nada, golpe a golpe mi odio).
Ahora veo. Pero la música es otra: la soledad
es otra ¡más soledad que nunca! más miseria
de yo mismo y quienes me acompañan,
porque así lo entiendo (porque no está mamá)
y qué rabia la mordida del que no tiene boca
esperando esa verdad, que me dice, y no quiero.
Ahora veo. Lo sé. Pero me permití la calle
y la juventud prestada para otro ser humano
luchando a muerte cada una de sus partes
como mías, como mi sangre y mi polvo.
Torpe la torpeza de mi tarea:
la caricia del que no quiere que se le toque.
Y te preguntarás ¿el niño?
Allí, clamando por la paz y el amor
que se derramaba en beso para acallar la pena.
No lo supe: discúlpame querida mía.
Perdona el enrollo de estas palabras,
la herida de estos años toscos.
No lo supe. El sabor de lo ganado y lo perdido:
allí estabas tú.
No lo supe. Me permití un desbande,
lagrimas de bronce durante años y mi pequeño
sucumbiendo al delirio de su padre.
No lo supe, porque aplaqué mi alma
con un guijarro de muerte y rencor
malqueriendo a quien no decía nada
(y por no decir nada, golpe a golpe mi odio).
Ahora veo. Pero la música es otra: la soledad
es otra ¡más soledad que nunca! más miseria
de yo mismo y quienes me acompañan,
porque así lo entiendo (porque no está mamá)
y qué rabia la mordida del que no tiene boca
esperando esa verdad, que me dice, y no quiero.
Ahora veo. Lo sé. Pero me permití la calle
y la juventud prestada para otro ser humano
luchando a muerte cada una de sus partes
como mías, como mi sangre y mi polvo.
Torpe la torpeza de mi tarea:
la caricia del que no quiere que se le toque.
Y te preguntarás ¿el niño?
Allí, clamando por la paz y el amor
que se derramaba en beso para acallar la pena.
No lo supe: discúlpame querida mía.
Perdona el enrollo de estas palabras,
la herida de estos años toscos.
No lo supe. El sabor de lo ganado y lo perdido:
allí estabas tú.
D.A.S.B.
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