La poesía está hecha para los amigos: Julio Pérez Luna
Julio aprendió desde chico las diferencias que manifiestan los compositores y los poetas: la letra de una canción no es lo mismo que un poema. Por eso decidió que la música era lo suyo, aunque el poema que les presento a continuación lo delate como un vigoroso poeta, a regañadientes de sus años mozos (el texto fue escrito en 1996, cuando tenía dieciséis años) y la audacia del adolescente que era:
El Largo y ventoso camino*
No le temo al largo y ventoso camino
vago en una senda iluminada por la hierba
las punas tiemblan de oscuridad
los campos lloran por su destino,
por la muda tristeza de los árboles.
El viento de la noche nebulosa
se lleva parte de mí
desgarrando mis propósitos
que lloran por el día.
En lo alto observo a la paradoja de la vida,
está en el borde de un abismo
planeando algo que la hará inmortal.
En el camino veo el olimpo pero paso de largo.
Busco el canto de un ángel anunciando que no es posible
conmoverse sin la excusa del amor,
que todo es posible frente a su rostro.
En la colina de mis sueños, frente a un cielo mandarina,
busco a una mujer que todavía no ha nacido.
Sólo ella y el cielo
nada más existe.
* Nótese en el poema la relación con The long and winding road, canción de Paul McCartney que aparece en Let It Be (The Beatles, 1970). Otras claras referencias son Stairway to heaven y Misty Mountain Hop, de Led Zeppelin. La intensidad del poema responde a un sentimiento “lonely” del poeta.
Julio Pérez Luna Canales. Lima, Perú, 1980. Nos conocimos en 1990 cuando por ventura llegó a Los Reyes Rojos, colegio donde estudiaba. Era Naturista, delgado, blanquísimo e hincha del Sport Boys. Formó un grupo de rock en secundaria, cuyo sugestivo nombre –La sombra del pescado- aprendimos a corear en los festivales roqueros de Barranco, donde fueron apabullados alguna vez por una insipiente banda que más tarde se llamaría Libido. Después de terminar el colegio estudió periodismo, conoció el amor verdadero y empezó a tocar con otra banda, que esta vez ostentaba un nombre más aparatoso: Turbopótamos. Hijo del recordado Edgardo Pérez Luna (poeta y dramaturgo de gran traza), actualmente trabaja para el diario más prestigioso del país y escribe unas crónicas bellísimas.
El Largo y ventoso camino*
No le temo al largo y ventoso camino
vago en una senda iluminada por la hierba
las punas tiemblan de oscuridad
los campos lloran por su destino,
por la muda tristeza de los árboles.
El viento de la noche nebulosa
se lleva parte de mí
desgarrando mis propósitos
que lloran por el día.
En lo alto observo a la paradoja de la vida,
está en el borde de un abismo
planeando algo que la hará inmortal.
En el camino veo el olimpo pero paso de largo.
Busco el canto de un ángel anunciando que no es posible
conmoverse sin la excusa del amor,
que todo es posible frente a su rostro.
En la colina de mis sueños, frente a un cielo mandarina,
busco a una mujer que todavía no ha nacido.
Sólo ella y el cielo
nada más existe.
* Nótese en el poema la relación con The long and winding road, canción de Paul McCartney que aparece en Let It Be (The Beatles, 1970). Otras claras referencias son Stairway to heaven y Misty Mountain Hop, de Led Zeppelin. La intensidad del poema responde a un sentimiento “lonely” del poeta.
Julio Pérez Luna Canales. Lima, Perú, 1980. Nos conocimos en 1990 cuando por ventura llegó a Los Reyes Rojos, colegio donde estudiaba. Era Naturista, delgado, blanquísimo e hincha del Sport Boys. Formó un grupo de rock en secundaria, cuyo sugestivo nombre –La sombra del pescado- aprendimos a corear en los festivales roqueros de Barranco, donde fueron apabullados alguna vez por una insipiente banda que más tarde se llamaría Libido. Después de terminar el colegio estudió periodismo, conoció el amor verdadero y empezó a tocar con otra banda, que esta vez ostentaba un nombre más aparatoso: Turbopótamos. Hijo del recordado Edgardo Pérez Luna (poeta y dramaturgo de gran traza), actualmente trabaja para el diario más prestigioso del país y escribe unas crónicas bellísimas.
Él –también- es mi hermano del alma y aunque una vez le salvé la vida en la playa de Way Camp, nunca se lo recuerdo.
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