Marilyn a tres voces (con ilustraciones de un terrible enamorado)
El maestro Víctor Humareda (Puno, 1920-Lima, 1986) nunca pudo amar a otra mujer; Ernesto Cardenal (Granada, 1925), Jotamario Arbeláez (Cali, 1940) y Enrique Sánchez Hernani (Lima, 1953) no pudieron hacer otra cosa que celebrar ese amor, un ardor hecho para todos los melancólicos, una pasión consentida universalmente.
Oración por Marilyn Monroe
Señor
recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de
Marilyn Monroe, aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times)
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso...
Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox.
El templo -de mármol y oro- es el templo de su cuerpo
en el que está el hijo de Hombre con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox
que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones.
Señor
en este mundo contaminado de pecados y de radiactividad,
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda soñó con ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad (pero como la realidad del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza de no ser santos
se le recomendó el Psicoanálisis.
Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje insistiendo en maquillarse en cada escena
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor la impuntualidad a los estudios.
Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y
archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
¡y se apagan los reflectores!
Y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico)
mientras el Director se aleja con su libreta
porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río
la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: Wrong Number
O como alguien que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)
¡contesta Tú al teléfono!
Ernesto Cardenal
Los inadaptados no te olvidamos Marilyn
Ahora que los gusanos han echado sobre tu
cuerpo la primera palada del olvido
ahora que vives debajo de Los Angeles sin
necesidad de psiquiatras
ahora que el hueso altivo de tus caderas es
puro polvo en una caja y puro polvo son
tus nalgas diseminadas por el suelo de raso
de tu tumba
ahora que la totalidad de tu cuerpo cabe en
la más pequeña de tus polveras
ahora que las uñas de tus pies yacen a tus
pies disgregadas como planetas muertos
y los tacones de platino de tus zapatillas
de gala se doblan entre canastas de champaña
bajo el peso terrible de la ausencia de
tu talón de Aquiles
ahora que en tu ropero las polillas han hecho
lo propio con tus trajes olorosos a fiesta en
Beverly Hills a Chanel número 5 a los cinco
dedos de una mano
ahora que el millonario excéntrico que alquiló
la mansión que habitabas en Brentwood
ha dejado de buscar tus axilas en los rincones
de la sala y organizar con sus invitados
un safari de rinocerontes en el Perú
ahora que el psiquiatra que te atendía se ha
declarado en quiebra y para pagar sus impuestos
está escribiendo tus "memorias"
y además porque a sus tres esposas les hace
falta los doce mil dólares mensuales
que le pagabas de honorarios
ahora que las pastillas soporíferas que tomaste
se agotan rápidamente en las farmacias
como canciones de cuna definitivas
ahora que hasta en las cintas viejas de celuloide
se están cerrando tus ojos cansados
de soportar tanta pestaña tanta vigilia tanta viga
ahora que ya nadie sabe quién era Norma Jane
Baker pero las Baker Norma Jean abundan
en los directorios telefónicos
ahora que los 188.000 millones de psicópatas
ya no te ven en sus sueños en inglés
con leyendas en castellano como una bruja de
salem volando sobre un bate de béisbol
ahora que la obra dramática de tu exmarido
sobre tu vida ha quedado en tablas ante
los críticos de Broadway
y ha dejado para siempre de alumbrarte el sol
de los fotógrafos
oh gata llena de misterio sobre el mercedes
benz del olvido
en este pequeño país latinoamericano que se
llama Colombia
vivimos varios poetas inadaptados que no
queremos olvidarte
(Tú Marilyn fuiste más importante para
nosotros que la doctrina Monroe)
y que nos acordamos de ti cuando sale la
luna sobre los "jaguares"
cuando bajamos deslizándonos por las
pasarelas del jet
cuando leemos en la prensa que Dalí ha
hecho de tus senos una escultura de gavetas
cuando pasa por nuestro lado veloz como
una sirena una ambulancia blanca de dos pisos
y nuestras mujeres gritan en lo más alto de los
ascensores.
A veces como ahora te elevamos una oración
por qué no te elevamos en una oración
en un réquiem en un anti-rréquiem en un
responso qué sabemos nosotros de estos nombres
sólo que cada hombre ora a lo que más ama
sobre todo si lo que más ama está muerto
y es entonces cuando queremos acostarnos
bocabajo en el cementerio de Westwood
para sentir el cosquilleo en nuestros poros
púbicos de las lanzas de hierba que crecen
desde tus ingles norteamericanas
ahora que estás muerta y reposas enquistada
sin muchas esperanzas en la resurrección
de los cuerpos
en ese pequeño lugar que es como el ombliguito
de América
luego de haber vivido entre reflectores y niebla
entre almacenistas y magnates
entre dramaturgos y policías
entre los espejos y el espejismo
del amor.
Jotamario
Rock / Pop & Glamour
Si Marilyn Monroe no le hubiese cogido la mano a Dios
el día que decidió tomarse su pequeña montaña
de barbitúricos y perfumado champagne
tal vez habría concurrido en 1969
a algunos de los grandes sucesos de la época:
al Monterrey Jazz Festival
a Woodstock
o un año después al Festival de la Isla de Wight
donde los Doors dieron uno de sus últimos
grandes conciertos.
De haber sido así
Marilyn se habría puesto una blusa ligera
y tacones rojos pero no demasiado altos
pues ya sabemos que el glamour y la incomodidad
la asediaban aun cuando salía de la ducha
o acariciaba a su gato.
En Monterrey pudo haber visto a The Jimi Hendrix Experience
sangrando inconteniblemente
al interpretar Killing Floor o Rock Me Baby
y tal vez habría llorado
sin entender nada
admitiendo que otra vez había tocado la puerta equivocada
y que era ligeramente mayor
a todos los muchachos que la rodeaban
pero que en ella también palpitaba un corazón púber lleno de miedo
y un rostro desprovisto de arrugas
cuidado por costosas cremas.
En Woodstock se habría quejado del calor
de la inmensa neblina de polvo
que volvía grises a todos aquellos que viajaron
por horas para ir al gran concierto
mientras echaba de menos su rimmel y su lápiz labial
sin saber por qué todos fumaban yerba
o bailaban meneándose con Santana
o con Country Joe & The Fish.
Pero siempre hubiese sido demasiado ruido para ella
que bebía finísimos cócteles
en los bares donde la banda de Frank Sinatra
cantaba y decía chistes
solo para sus tacones rojos
y su blanca y rubia majestad.
Mas no soñemos: lo más probable es que jamás hubiese acudido
a ninguno de aquellos recitales
pues habría preferido quedarse en casa
con la luz baja
mirando la turbiedad del horizonte
sin música y muy aturdida
contando las pastillas blancas
que iban cayendo sobre su mano
igual a una minúscula tormenta de fúnebre granizo
como pequeñas y mortales estrellitas de hielo
que al fin y al cabo la llevaron
a su último y terrible concierto
donde ahora gira sola
como un tierno planeta en la oscuridad de una galaxia desconocida.
Enrique Sánchez Hernani
(Las ilustraciones han sido sacadas del libro Víctor Humareda, imagen de un hombre)
1 Comentarios:
A la/s 31/1/07 1:05 a. m., Anónimo dijo...
linda selección a la diosa
Marilyn, vivirás por siempre
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