Jotamario: palabra nadaísta
En septiembre del 2002 durante el Festival de poesía El patio azul, que se desarrolla en Cajamarca, tuve la oportunidad de conversar con uno de los referentes más grandes de la poesía colombiana contemporánea: Jotamario Arbeláez (Cali, 1940). Jotamario –así, a secas- fue uno de los fundadores del movimiento Nadaísta, grupo que enarboló la violencia verbal y no escatimó esfuerzos en desacralizar a la sociedad colombiana. Aquí presento una pequeña parte de una larga conversación, amena y sugerente.
Diego Alonso: Jotamario, algo que recuerdo mucho de tu libro Mi reino por este mundo, es el poema “Poeta de salón”, donde se cuenta cómo un niño de siete años empieza a recitar poesías celebres en ocasiones especiales, sea el día de la madre o de la independencia, por mencionar unos ejemplos. Además de toda la pompa típica que se suele implantar en las escuelas ¿tú tuviste un acercamiento parecido a la poesía de niño?
Jotamario: Sí. A pesar de que en el poema hago cierta exageración respecto a esa circunstancia, es verdad que desde mis primeros años en la escuela pública los profesores me hacían aprender poemas escritos por otros poetas a sus mamás, y me tocaba declamarlos como un homenaje a las madres. Posteriormente, cuando me aboqué en serio a la poesía, esto me hizo desestimar a la madre como tema de inspiración; así tomé la figura del padre, la cual trabajo muy a conciencia en diversos de mis libros publicados. Recuerdo todavía cuando las tías desconectaban la radiola y ponían al niño a que recitara para pasmo de los visitantes. Pero cuando vi que también eso sucedía donde los vecinos –en casa de la novia le pedían a uno recitaciones- saqué la conclusión de que, como se dice en Colombia, me estaban mamando gallo. Es decir, se estaban burlando de mí. Desde entonces detesto la poesía.
D.A.: Pero eso de terminar diciendo en tu poema que detestas la poesía ¿quiere decir que detestas esa forma de tomar la poesía?
Jota: Correcto, correcto. Y sucede cuando un profesor de escuela le impone al estudiante un tipo de poesía que no llega a su alma, creando un rechazo posterior en él. Frente a ello, la Casa de poesía Silva ha implementado unos talleres de poesía para profesores de literatura en las escuelas de primaria o de secundaria, de modo que ya se orienta un poco a que la poesía que se enseña a los estudiantes tenga cierto grado de contemporaneidad.
D.A.: Además, todo lo que el niño pueda aprender de la poesía lo va agradecer de grande, por más que no sea poeta ni literato. Inclusive, leer es un trabajo de sensibilidad.
Jota: Claro. Yo creo que quien perciba la poesía, la sepa leer y aprender, tiene un grado más para la comprensión del mundo y de los acontecimientos que le sucedan.
D.A.: Ahora, el tema de la ironía, el humor, está latente en tu poesía, como también es representativa del movimiento Nadaísta colombiano, del que formas parte.
Jota: Sí, pero yo creo que esa poesía la tomamos de diferentes vertientes. Una de ellas era la de un poeta surrealista francés muy importante para nosotros –más que André Breton-: Benjamín Peret. Benjamín Peret establecía una poesía en base a unas asociaciones libres de imágenes y palabras que creaban una euforia espiritual inmediata, que es algo que posteriormente vimos en Antipoemas, del poeta chileno Nicanor Parra. Lo lindo, también, del Nadaísmo fue que simultáneamente con su irrupción hubo movimientos en casi todos los países latinoamericanos. También, con unos años de anterioridad, había surgido en Norteamérica el movimiento Beatnik, cuyo sentido contemporáneo y desacralizador tuvo como adalides a Alan Ginsberg y a Jack Kerouac. Considero también ideal que ahora la juventud vea en la poesía el reflejo de las letras de las canciones de rock.
D.A.: Claro, ello es evidente con los Beatles, los Rolling Stones, Bob Dylan y, también, con otros tantos cantautores de habla hispana. Esta idea desacralizadota era contra toda clase de institución ¿verdad?
Jota: Bueno, en una primera etapa de la poesía nadaista utilizamos al poema como elemento de combate. Pero posteriormente como que recapacitamos, esbozando el poema hacia una emanación más pura de la existencia personal, desligándolo de todo ataque. Para confrontar estaban los manifiestos, los cuales fueron muy, muy célebres y los aplicamos con mucha virulencia, algunos a través de columnas de prensa, que milagrosamente nos granjeamos ciertos nadaístas como Gonzalo Arango, Eduardo Escobar, Jaime Jaramillo y quien te habla. Esos elementos de combate que teníamos permanentemente vigentes para criticar las aberraciones de la realidad que nos circundaba, los aplicamos en función de la prosa, dejando la poesía como pura emanación del espíritu y la experiencia.
D.A.: ¿Cómo se recibió este movimiento allá, en Colombia?
Jota: La juventud lo asumió de una manera frenética. Hubo nadaístas en todas las localidades del país. En realidad tuvo una cobertura casi por completo, sobre todo porque eran los años 60 y principios de los 70, donde el terrorismo verbal era un arma sumamente apreciada. Posteriormente se llegó a un terrorismo verdadero, que es la parte de los combates guerrilleros, la toma del Palacio de justicia, cosas que ya hacía que se volviera casi anacrónico combatir por medio de la palabra. Entonces cerramos ese ciclo de la actitud virulenta y nos dedicamos cada uno a trabajar nuestra obra de creación en particular.
D.A.: Ahora los jóvenes toman otras referencias en las movidas poéticas ¿verdad? ¿Crees que están regresionando?
Jota: Sí. Yo entiendo que la juventud en un determinado momento percibió que la poesía no debería mantener el carácter experimental ni de búsqueda, sino volver a encontrar otras fuentes. Así como nosotros apelamos en cierta forma al surrealismo, ellos buscaron otro tipo de germen, y lo han encontrado en el expresionismo alemán, por ejemplo en Trakl y Paul Celan, formulando su estética de esa manera. De modo que me parece justo, natural y muy válido.
(La entrevista completa fue publicada en la revista de celebración de poesía La unión libre, en marzo de 2004)
Diego Alonso: Jotamario, algo que recuerdo mucho de tu libro Mi reino por este mundo, es el poema “Poeta de salón”, donde se cuenta cómo un niño de siete años empieza a recitar poesías celebres en ocasiones especiales, sea el día de la madre o de la independencia, por mencionar unos ejemplos. Además de toda la pompa típica que se suele implantar en las escuelas ¿tú tuviste un acercamiento parecido a la poesía de niño?
Jotamario: Sí. A pesar de que en el poema hago cierta exageración respecto a esa circunstancia, es verdad que desde mis primeros años en la escuela pública los profesores me hacían aprender poemas escritos por otros poetas a sus mamás, y me tocaba declamarlos como un homenaje a las madres. Posteriormente, cuando me aboqué en serio a la poesía, esto me hizo desestimar a la madre como tema de inspiración; así tomé la figura del padre, la cual trabajo muy a conciencia en diversos de mis libros publicados. Recuerdo todavía cuando las tías desconectaban la radiola y ponían al niño a que recitara para pasmo de los visitantes. Pero cuando vi que también eso sucedía donde los vecinos –en casa de la novia le pedían a uno recitaciones- saqué la conclusión de que, como se dice en Colombia, me estaban mamando gallo. Es decir, se estaban burlando de mí. Desde entonces detesto la poesía.
D.A.: Pero eso de terminar diciendo en tu poema que detestas la poesía ¿quiere decir que detestas esa forma de tomar la poesía?
Jota: Correcto, correcto. Y sucede cuando un profesor de escuela le impone al estudiante un tipo de poesía que no llega a su alma, creando un rechazo posterior en él. Frente a ello, la Casa de poesía Silva ha implementado unos talleres de poesía para profesores de literatura en las escuelas de primaria o de secundaria, de modo que ya se orienta un poco a que la poesía que se enseña a los estudiantes tenga cierto grado de contemporaneidad.
D.A.: Además, todo lo que el niño pueda aprender de la poesía lo va agradecer de grande, por más que no sea poeta ni literato. Inclusive, leer es un trabajo de sensibilidad.
Jota: Claro. Yo creo que quien perciba la poesía, la sepa leer y aprender, tiene un grado más para la comprensión del mundo y de los acontecimientos que le sucedan.
D.A.: Ahora, el tema de la ironía, el humor, está latente en tu poesía, como también es representativa del movimiento Nadaísta colombiano, del que formas parte.
Jota: Sí, pero yo creo que esa poesía la tomamos de diferentes vertientes. Una de ellas era la de un poeta surrealista francés muy importante para nosotros –más que André Breton-: Benjamín Peret. Benjamín Peret establecía una poesía en base a unas asociaciones libres de imágenes y palabras que creaban una euforia espiritual inmediata, que es algo que posteriormente vimos en Antipoemas, del poeta chileno Nicanor Parra. Lo lindo, también, del Nadaísmo fue que simultáneamente con su irrupción hubo movimientos en casi todos los países latinoamericanos. También, con unos años de anterioridad, había surgido en Norteamérica el movimiento Beatnik, cuyo sentido contemporáneo y desacralizador tuvo como adalides a Alan Ginsberg y a Jack Kerouac. Considero también ideal que ahora la juventud vea en la poesía el reflejo de las letras de las canciones de rock.
D.A.: Claro, ello es evidente con los Beatles, los Rolling Stones, Bob Dylan y, también, con otros tantos cantautores de habla hispana. Esta idea desacralizadota era contra toda clase de institución ¿verdad?
Jota: Bueno, en una primera etapa de la poesía nadaista utilizamos al poema como elemento de combate. Pero posteriormente como que recapacitamos, esbozando el poema hacia una emanación más pura de la existencia personal, desligándolo de todo ataque. Para confrontar estaban los manifiestos, los cuales fueron muy, muy célebres y los aplicamos con mucha virulencia, algunos a través de columnas de prensa, que milagrosamente nos granjeamos ciertos nadaístas como Gonzalo Arango, Eduardo Escobar, Jaime Jaramillo y quien te habla. Esos elementos de combate que teníamos permanentemente vigentes para criticar las aberraciones de la realidad que nos circundaba, los aplicamos en función de la prosa, dejando la poesía como pura emanación del espíritu y la experiencia.
D.A.: ¿Cómo se recibió este movimiento allá, en Colombia?
Jota: La juventud lo asumió de una manera frenética. Hubo nadaístas en todas las localidades del país. En realidad tuvo una cobertura casi por completo, sobre todo porque eran los años 60 y principios de los 70, donde el terrorismo verbal era un arma sumamente apreciada. Posteriormente se llegó a un terrorismo verdadero, que es la parte de los combates guerrilleros, la toma del Palacio de justicia, cosas que ya hacía que se volviera casi anacrónico combatir por medio de la palabra. Entonces cerramos ese ciclo de la actitud virulenta y nos dedicamos cada uno a trabajar nuestra obra de creación en particular.
D.A.: Ahora los jóvenes toman otras referencias en las movidas poéticas ¿verdad? ¿Crees que están regresionando?
Jota: Sí. Yo entiendo que la juventud en un determinado momento percibió que la poesía no debería mantener el carácter experimental ni de búsqueda, sino volver a encontrar otras fuentes. Así como nosotros apelamos en cierta forma al surrealismo, ellos buscaron otro tipo de germen, y lo han encontrado en el expresionismo alemán, por ejemplo en Trakl y Paul Celan, formulando su estética de esa manera. De modo que me parece justo, natural y muy válido.
(La entrevista completa fue publicada en la revista de celebración de poesía La unión libre, en marzo de 2004)
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